Ocho horas en Brooklyn


Jugar con el tiempo es sin duda la característica que ha conseguido que el timelapse se haya puesto de moda. Capturar largos períodos de tiempo y luego mostrarlos a mayor velocidad, le ofrece al espectador un nuevo «punto de vista» sobre escenas cotidianas, permitiéndole observar detalles que por su duración prolongada en el tiempo no se perciben fácilmente.

Hoy prácticamente con cualquier cámara réflex podemos capturar imágenes de alta calidad, y si añadimos a nuestro equipo un intervalómetro, capaz de ordenar a nuestra cámara que dispare una foto cada cierto intervalo de tiempo, podemos obtener fácilmente una serie de fotografías con las que montar una película timelapse con una calidad de imagen superior a los estándares de alta definición que se emplean en el vídeo profesional.

Esta democratización de la tecnología, unida a la posibilidad de mostrar nuestros vídeos que nos ofrece Internet, ha hecho que prácticamente cualquie persona con inquietud creativa pueda realizar vídeos timelapse de un nivel y calidad técnica y de imagen que hasta hace poco sólo estaba al alcance de grandes productoras.

La cámara lenta o slow motion es otra técnica visual que sin duda tendrá su momento de gloria en la red de redes y por consiguiente en todo producto audiovisual que se precie de estar «a la última» en cuanto a tendencias en creación visual.

Igual que el timelapse se ha impuesto ya dentro del mundo de la producción audiovisual, primero en Internet y luego trasladándose a los productos audiovisuales tradicionales como la tv o el cine, se acerca la hora de que el slow-motion o cámara lenta llegue también al alcance del usuario medio.

El vídeo que hoy traemos a timelapses.tv se grabó con una Phantom Flex, una cámara capaz de grabar miles de frames o imágenes cada segundo. Ahora bien, el precio de la Phantom Flex ronda los 45.000 Euros, así que de momento sólo podremos ver producciones profesionales grabadas con esta cámara.